Transito entre tus oscuros rincones y tus
iluminados picos. Eres un paisaje lleno de montañas, cubierto por sombras, y
resplandecientes cúspides. Con fuerza levantas el recuerdo lleno de alegría, y
llevas deliciosas lágrimas de chocolate a la comisura de mis labios, elevándose
hacia el cielo sin forzar musculatura, regalando una sonrisa envuelta en papel.
Provocas una sobredosis adrenalínica o una indiferencia total, vienes y vas
cual péndulo cargado de energías celestiales. Pero así te invoco en múltiples
ocasiones, te necesito, te doy la bienvenida con challas y serpentinas. Otras
miles no te extraño, es más, te pido la retirada, que me dejes sola, y ahí
estás tú, mil veces sumisa, mil veces invasiva, indomable!
Hoy es el momento de agradecerte todas
aquellas veces que emprendiste tu retirada, porque me dolías, porque marcabas
esas imágenes en las venas de mi sien, ahí corría la sangre, cual surco en las
huellas de mis dedos. Y te ibas, borrando el pizarrón de los recuerdos, para no
doler, para no..
Y no estabas, no estabas esas tantas veces, borrando
de mis sentimientos los recuerdos dolorosos, porque hoy estoy más sana, porque
puedo respirar nuevamente, porque los recuerdos ya no provocan lágrimas, porque
me haces avanzar hacia mi perfección, y perdono, perdono de corazón, olvidando.
El abrupto abismo de una mente sin recuerdos
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