miércoles, diciembre 21, 2005

Renuncio

Te presento mi renuncia hoy, me ganaste.
No te preocupes que no te voy a cobrar nada, pues nada me debes.
Fuiste muy buena conmigo, a pesar de aquellos momentos que tú muy bien sabes no fueron de los mejores.
En fin, ya pasaron, ahora debo buscar otra, debo mirar más allá de donde mis ojos no son capaces de ver por ahora.
Pero no te preocupes, no volveré a molestarte, ni a recriminarte por algo. Hoy será mi catarsis.
Eres dueña de hacer lo que quieras, yo ya no quiero tu compañía.
Anda con alguien más, de verdad no me importa, sigue, dale, que ni mirarte quiero.
Cambiaré este camino por uno mejor, quizás encontraré mejores razones, mejores sombras, más amplias y más frescas…quizás un río más claro y unas cuantas flores. Quizás el viento soplará más puro y podré andar descalza sin miedo a quemar mis pies.
Me despojo de la rabia, y me la saco de la cabeza dejándola en el sombrerero colgada. Ahí se secará en unos cuantos días, y luego convertida en cenizas se esparcirá en el aire como pequeñas partículas imperceptibles a la emoción humana.

Ya te voté por los ojos y por la boca, ya te saqué de mi cerebro y te expulsé de mis vísceras. Me limpié de ti, y no quiero retomarte. Te sellaré la puerta y las ventanas, no te llamaré ni con el pensamiento y esperaré no volver a verte nunca más.

lunes, diciembre 12, 2005

El Derecho a ser Cobarde


Hoy no es mi día, hoy no tengo esa paz que quiero, los fantasmas se enredan frente a mis ojos, y brindan entre telarañas ciegas. Mi eterna visión de vivir el hoy se me desploma como muralla de algodones, y se arremeten colosales carrozas de furiosos corceles en mi jardín interior. Y miro hacia un futuro ciego, ciego por mi propia mano que quizás no quiere construir, que se victimiza entre la apatía de planes finitos y la estúpida desilusión satisfecha. Quisiera escapar, quisiera volar tan lejos como mis sueños de niña alguna vez me llevaron. A esas ciudades donde podía jugar sin pensar en lo que debía hacer, a esas alturas donde el verde resplandecía con una brillantez que muchas veces enceguecieron maravillados mis ojos. De aquella capacidad de dirigir mis pies, donde mi voluntad los llevaba, donde las fantasías reconstruían otras vidas en mi misma vida, donde podía escapar fácilmente pues con sólo abrir los ojos, el sueño terminaba.
Hoy no es mi día, ni mi semana, ni mi tiempo. Hoy quisiera permanecer dormida por más de lo que dura una noche, y despertar en un lugar lejano, libre, libre para decidir vivir la libertad. El poder autodestructivo me ataca las manos, y la angustia de no querer ser por ahora, y los ojos se cierran para no mirar lo que viene, nuevamente quiero escapar. Tengo derecho a ser cobarde, me lo merezco.